martes, 21 de abril de 2009

FRAN, OTRA ESTRELLITA MAS BRILLA EN EL CIELO





Os acordais de el, ¿verdad? El podenquito enfermo de Arca de Noé Sevilla. Ocupó uno de los huecos de la columna derecha. Que pena, Fran, que disgusto tan grande, no me esperaba esto con lo feliz que eras ahora. Saluda a todos nuestros queridos animales, que ultimamente está muy concurrido el cielo. El lazo negro va por tí también, querido
Os dejo el texto tan hermoso que ha escrito su adoptante en su blog http://arbolyhojas.blogspot.com:
Parece mentira que una cosita tan pequeña ocupe tanto espacio. Y ahora la casa parece muy vacía sin él. Y nosotros tenemos la sensacion de tener demasiado tiempo ahora que no tenemos que cuidarle, ni que darle sus medicinas escondidas en salchichas, ni subirle al sofá ni limpiar sus meaditas en el salón. Así, tan pequeño y tímido, se llevó un gran pedazo de nuestro corazón.Queríamos escribir este texto como un homenaje a él, a su mirada cada vez más confiada e inocente, a su fuerza y sus enormes ganas de vivir. También lo necesitamos nosotros, para recordar todo lo bueno de él y no quedarnos anclados en el momento de su pérdida. Al final venció la enfermedad, era inevitable aunque nunca lo quisimos creer, pero él venció la batalla a la tristeza y se fue al cielo con una familia. Quizás, como dice Estrella, sólo estaba esperando eso para irse en paz, y cuando nosotros pedimos oficialmente su adopción dejó de ser huérfano y eso le permitió descansar.
Fran llegó muy asustado y desconfiado, pero un poco de jamón y mucho cariño obraron la maravilla y en menos de una semana ya nos exigía caricias y comida. Era un perrito con carácter. Estábamos muy animados y orgullosos de verlo progresar, nos hacía gracia el ver cómo imitaba a Porthos en todo, cómo se apropió de su camita y cómo empezó a venir a la nuestra. De vez en cuando se nos quedaba mirando y el cariño y el agradecimiento se volvían casi físicos. Creo que eso era lo mejor, sus miradas. Creo que en el mundo hay, entre otros, estos dos tipos de personas: los que rompen y destruyen sin ninguna razón, y los que tratan desesperadamente de subsanar el mal que se ha hecho sobre otros seres vivos. Fran nos permitía ser del segundo tipo, y la verdad es que verle feliz simplemente nos hacía felices a nosotros. Empezó a mover el rabito, no como Romy y Porthos, que lo dejan muy arriba y lo mueven sin parar, sino más abajo, con timidez pero con alegría. Y nos venía a saludar cuando llegábamos a casa, y ladraba de excitación. Una espina que se me quedó clavada es que ya llegó algo cansado y no le pudimos ver corretear con sus dos nuevos hermanitos, como le había visto en los vídeos de Arca de Noé. Pero sí defendía su palito de piel de buey con mucho ahínco, y no dejaba que Porthos – acostumbrado a rondar a Romy y quitarle el palo en cuanto ella se descuida- se acercara a él en esos momentos, y aunque al principio no podía subirse solo al sofá o a la cama, consiguió tener fuerza suficiente en las patitas para hacerlo. A veces se quedaba mirando al horizonte a través de la ventana durante un buen rato, entonces se volvía, me miraba y volvía a mirar el horizonte. Todas esas veces me daba la impresión de que se estaba despidiendo, y esos momentos siempre estaban llenos de paz. Una vez tuvo una pesadilla y gimió en sueños, pero creemos que fue solo una vez. Y también le robó el sitio a Porthos en nuestra cama, se ponía entre los dos y dormía con nuestros brazos protegiendo su frágil cuerpecillo. Porthos estuvo enfadado los primeros días que Fran estuvo en casa, y “dejó de hablarnos”, pero no tardó en acostumbrarse y querer jugar con el nuevo hermanito. Hicieron las paces cuando Porthos empezó a lamerle las orejas. Tenía varias posturas muy graciosas: se hacía un ovillo para dormir y muchas veces colocaba su patita en la mejilla, como si fuera un niño de Primera Comunión, o se estiraba del todo para aprovechar el sol, o se giraba para mirarnos cuando estaba subiendo al sofá. También se ponía de espaldas para que le acariciásemos la barriguita. Un día nos sorprendió redistribuyendo por todo el salón unos pañales que eran para nuestra sobrina y que había sacado de una bolsa que teníamos en la entrada: se llevó varios también a su cama y jugó con ellos, ese día fue muy especial. Le encantaba comer chuches, y siempre que estábamos en la cocina, hasta el final, aparecía con las orejas levantadas y cara de “¿hay algo para mí?”. Pero lo que más le gustaba era recibir caricias, entornaba los ojos y ronroneaba ligeramente, y si dejabas de hacerlas te ladraba o te lanzaba la patita pidiendo más. Superó un problema de corazón que le hacía desmayarse justo al principio de llegar, después una bronquitis y, cuando aún no habíamos terminado el tratamiento de amoxicilina, empezó a retener líquidos muy rápido. Pero lo superó todo, era un perro muy fuerte con muchas ganas de vivir. Se estabilizó justo al empezar el año, y no tuvo más recaidas graves. Pero al principio de la Semana Santa empezó a dormir mucho, y ya no se bajaba del sofá para saludarnos al llegar, pero seguía apareciendo en la cocina como un rayo cuando estábamos en ella. Nos aferramos a eso para no pensar en lo peor. El sábado por la tarde empezó a decaer muy rápido, y el martes de madrugada vino a nuestra cama a dormir, y allí nos dejó. Nos quedaremos con eso también, siempre que se encontraba mal venía a buscarnos y eso es un orgullo para nosotros.Hay tantas cosas de él que no queremos olvidar… pero creo que estas son las más importantes. Por suerte le hicimos muchas fotos y algunos vídeos, y él, nuestro rubito, ya tiene un hogar que puede llamar suyo en nuestro corazón.
Los animales te enseñan muchas cosas, y, por encima de todo, te enseñan a amar, estamos convencidos. Eso fue lo que Fran nos enseñó, aumentó nuestra capacidad de sacrificio y no nos importaba limpiar la casa cada dos por tres, o llevarle al veterinario cada dos días, o levantarnos para darle sus medicinas o llevarle en brazos y darle pomada en sus diversas heridas, que él disfrutaba tanto por ser como un masaje en diversas zonas de su piel. Todo estaba bien con tal de verlo feliz. Y esta capacidad de darse que él hizo crecer en nosotros nos acompañará toda la vida y estoy convencida de que nos hará mejores padres, mejores esposos, mejores hijos y amigos. Leí hace poco que la vida se componía de fragmentos, todos preciosos. Fran, en cuatro meses, llenó nuestros días de tantos momentos preciosos que ahora lo que tenemos es un tesoro en el corazón. Eso es mucho más de lo que puede decir mucha gente, y no nos arrepentimos de haber invertido tiempo en Fran a pesar del dolor de su pérdida, tiempo que ojalá hubiera sido más, y no sólo los cuatro meses que estuvo con nosotros. Cuatro meses de vida que él le robó al destino como un auténtico héroe. Así era nuestro perrito.
Fran, cariño, te echamos de menos, y jamás te olvidaremos, eres parte de nuestra familia. Te queremos.

2 comentarios:

CHECHE dijo...

Qué relato más bello y triste a la vez, pero quedaros con el amor que le disteis, tengo dos perritas Lira con 12 años es "la consentida" y tambien tengo a Brisa una teckel de año y medio, una alegría tenerlas a las dos, espero que mi consentida viva muchos años, la cuidamos mucho, le damos su medicación para el corazón y unas pastillitas para reponer cartílago, es lista sabe que nada más levantarme le envueolvo sus pastillitas en una locha de jamón de york que debora (la tengo a dieta para que no engorde le doy un pienso especial para perros esterilizados mayores), y bueno ella es feliz y quiero que siga así hasta que el día que el dios de los perros decida llevarsela, pero pienso que vivirá unos años más,está bien de salud, oye perfectamente y ve muy bien,besos por tan bello blog.

Madame Discordia dijo...

María José, por cómo hablas de Fran, Fran ha sido tan feliz, tan feliz. Porque le queríais incondicionalmente, como sólo un perrillo puede querer a un humano. Sois gente maravillosa.

Besos a vosotros y vuestros perretes.